Desconectar y buscar la quietud en Madrid a mitad del mes de julio es realmente fácil, la ciudad se vacía de una población ávida de playas para pasar sus vacaciones estivales. Es un momento idóneo para perderse en el frescor y la paz de los innumerables parques y jardines que ofrece la ciudad.
Una gran oportunidad que aprovecho además para llevar mis lápices y cuadernos de dibujo, en los que los bocetos del entorno elegido van cobrando forma según va pasando la mañana. Temas vegetales sobre todo, pero también alguna construcción caprichosa, como las ruinas de la ermita románica de San Isidoro, del siglo XI, y que se encuentra, si, en el Parque del Retiro.
Dibujar en estos bonitos exteriores me ayuda a no perder las ideas que algún día se plasmaran en obras pictóricas, y al mismo tiempo retomar con fuerza el hábito de dibujar todo lo que se me pone por delante, captando siempre los matices que me parecen más interesantes.
No cabe duda de que mi portafolios se está enriqueciendo con todos estos nuevos bocetos dibujados in situ, germen seguro de proyectos cercanos.