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sábado, 23 de junio de 2012

Porcelanas Ebelgarle

Eduardo Beltrán y García de Leániz / Madrid

Esta es una pequeña muestra de mis trabajos en porcelana, pintadas al óleo y con esmaltes, y terminadas con un barniz final para su protección. Estas concretamente pertenecen a la colección de 1985.


lunes, 18 de junio de 2012

Hopper, el pintor de la melancolía


Eduardo Beltrán y García de Leániz / Madrid

Es uno de mis pintores favoritos. Tener la oportunidad de contemplar en Madrid esta magnífica  exposición de Edward Hopper es un auténtico lujo. Es la primera vez que puede admirarse en Europa una exposición tan completa del genial pintor norteamericano. Fuera de Estados Unidos nunca se ha podido ver una obra de Hopper de tal magnitud. Gracias al Museo Thyssen-Bornemisza los españoles podemos admirar todo el esplendor de este artista de la melancolía en 73 obras.

Nacido en Nyack, una pequeña villa a orillas del río Hudson, Hopper empezó a dedicar su vida al mundo de la pintura, en la cual encontró el medio de expresar magistralmente las variables luces del día, y plasmarlas en sus obras. Para mí, la luz es una de las características más sobresalientes del pintor. Es increíble el efecto que las luces cambiantes tienen en sus trabajos, resaltando detalles que ya de lejos percibes con claridad. Pienso que esas pinceladas de luz son las que dan el toque mágico que desprenden todas sus obras. Sus personajes son esenciales, son imágenes de personas que pasan en ese momento, son personas que denotan soledad, melancolía, y que quedan grabadas en la memoria de los que las contemplamos de una forma natural. Hopper es un creador de escenas.

Es un pintor de la cultura genuina norteamericana, a la cual dedica la totalidad de su obra. Esa sociedad americana de la época, un tanto provinciana, que tanto le recuerda a su pueblo natal. Sus temas favoritos son los objetos más cotidianos, las casas de ladrillos, las vías del tren, estaciones de gasolina, pero sobre todo destacaría sus personajes solitarios, sobre todo mujeres, absortos en habitaciones vacías en donde todo lo superfluo queda relegado, y el tiempo se detiene sin prisas. Sus desnudos femeninos tienen la fuerza de un erotismo emotivo más que sensual. Sólo pinta lo esencial. Era un pintor solitario, quizá por eso la soledad fue un tema importante en su pintura. A pesar de estar asentado en Nueva York, jamás plasmó en sus lienzos los rascacielos de la ciudad.

Otra de sus características, fue el tiempo que dedicada a cada obra. Tardaba mucho tiempo en pintar sus cuadros, y con una técnica depurada, iniciaba un proceso creativo lento que imprimía a sus escenas pictóricas de un halo fantástico de realidad asombrosa que calan en la memoria colectiva universal.

En cuanto a la soledad de sus personajes, destacaría "Habitación de hotel", una obra magistral en donde la protagonista no se sabe si está leyendo o tiene la mirada perdida en un punto. También "Hotel junto al ferrocarril" y "Mañana en una ciudad". En cuanto a paisajes destacaría "La casa de los Abbot", "Árbol seco y vista lateral de la casa Lombard" y "The Camel´s Hump".

Mención aparte haría de "Casa junto a la vía del tren", la famosa casa que copió Hitchcock para su  película "Psicosis", convirtiéndola en el Motel Bates, casa que transmitía a la perfección su inquietante destino. En este sentido, decir que la obra de Hopper transmite un cierto aire cinematográfico a sus escenas y a sus personajes, motivo por el cual, muchos cineastas copiaron algunas de sus obras para plasmarlas en sus películas. Al final de la misma exposición, podemos ver una recreación cinematográfica de su obra "Sol de la mañana", ejecutada por el cineasta Ed Lachman, en la que los propios visitantes pueden tomar parte.

Con su espléndida obra "Dos cómicos" (1966), que están representados por el propio Hopper y su esposa, se cierra el último capítulo de su gran escenografía. Es como una despedida de escena. Fue su última gran obra. Hopper murió unos meses más tarde.

Terminaré resaltando los magnificas acuarelas y grabados del autor. Son realmente unos trabajos exquisitos, bellísimos, llenos de vida, con una técnica sumamente depurada, y que muestran la faceta de gran dibujante de Hopper.

Edward Hopper, posiblemente el mejor pintor de Estados Unidos del siglo XX, que supo captar como pocos la esencia de esa sociedad norteamericana del momento. Una exposición que nadie debería perderse.




Autoretrato
Óleo sobre lienzo
1977

lunes, 11 de junio de 2012

Ciertas empresas españolas: la cultura de usar y tirar

Eduardo Beltrán y García de Leániz / Madrid

Estamos viviendo tiempos difíciles, tiempos llenos de  inquietud y ansiedad, tiempos perturbadores, mezquinos e insolidarios, y también tiempos de desengaños. Los españoles estamos asistiendo a un auténtico deterioro de toda una serie de beneficios y ventajas propios del estado de bienestar. Nuestro país se ha convertido en la presa favorita de los especuladores de los mercados, y muchas de nuestras empresas se cierran en banda a la contratación laboral, por miedo o por intereses privados. Este es un momento idóneo para despedir legiones de empleados sin tener que dar demasiadas explicaciones a cambio. Y los sindicatos son sus fieles aliados en esta ardua tarea (por algo será).

Me refiero, no obstante, a esas empresas, y en concreto a una en especial que no merece ni el honor de nombrarse,  que se han pasado la vida aguijoneando sin piedad a su cuerpo laboral, profesional en su mayoría, que ha estado sometido a la presión constante de los embates caprichosos por la "consecución de una calidad intachable", conseguida con creces al más alto nivel, calidad que la empresa jamás se ha aplicado a sí misma. Empresas que no ven más allá de su propio beneficio, olvidando que sus trabajadores cualificados y veteranos son los que las hacen grandes, y son, además, los pilares de su permanencia en un mundo cada vez más competitivo. Practican la política del amiguismo y del enchufismo, lo que favorece que la mediocridad se asiente en ellas. Empresas en las que pasas un buen puñado de años dando lo mejor de ti, realizando tareas y servicios que no te corresponden, captando y succionando nuestras ideas innovadoras  para aplicarlas a sus bases y aplicaciones de empresa de una forma egoísta e interesada, abusando de tu confianza y tu buena disposición, y al mismo tiempo blandiendo  la espada de Damocles sobre nuestras cabezas. Empresas que por conectarte 4 minutos tarde te descuentan 35 céntimos por absentismo, y sin embargo quedarte 10 minutos más es tu obligación. Empresas acostumbradas a pagarte los pluses y otros servicios con meses de retrasos y a veces nunca llega ese dinero. Empresas habituadas a darte la nómina mensual mal hecha, siempre a su favor, empresas que después de 11 años trabajando en ellas te despiden con 8 días por año trabajado,... en fin, podría seguir enumerando toda una serie de irregularidades y no terminaría.

En otros países con una cultura empresarial importante, esos empleados son considerados sus valores más preciados; son respetados, cuidados y valorados en su justa medida. Lamentable espectáculo es el que proporcionan esas impresentables empresas españolas al panorama nacional, a la imagen que transmitimos al exterior, y al mismo tiempo a la confianza y credibilidad que puedan dar al consumidor español para sentirse atraídos por ellas y utilizar sus servicios. Son empresas que practican la cultura de usar y tirar. Y por tanto, son empresas que no proporcionan nada importante, beneficioso o decisivo a nuestra economía, ni a nuestra sociedad. Son bagajes innecesarios, que pasan sin dejar huella. Son empresas vacías de contexto y de ideas morales. Nuestra economía no se puede permitir dar cabida a semejantes entramados de explotación. Son empresas que no merecen serlo. Son empresas condenadas a la desaparición. Y la innombrable es un fiel ejemplo de este tipo de empresa

Cualquier actividad económica, en estos complicados momentos que estamos atravesando, que no sepa conjugar un equilibrio entre sus beneficios y su entramado laboral tiene los días contados. Los despidos masivos no son la solución, las empresas están perdiendo un potencial que puede tardar años en recuperar, y en muchos casos demasiado tarde para ellas. España está en un momento muy delicado, las necesidades del mercado están cambiando, y lo que sobran son empresas con una mentalidad institucional arcaica e inmovilista, necesitamos empresas modernas, renovadoras, llenas de energía y optimismo, que permitan el desarrollo pleno profesional de los que las integran. Las empresas están hechas por personas y para las personas, uniendo el factor económico y social en un mismo vínculo se incrementan las ventajas para ambos.

Estamos inmersos en una época de grandes transformaciones, y los problemas que nos agobian a veces nos impiden ver lo realmente trascendental. Es una experiencia confusa la que nos toca vivir. Pero, no por ello debemos dejarnos llevar por el pesimismo, tenemos que enfrentar la realidad con un talante serio y esperanzador, trabajando por conseguir un nuevo sueño que se haga realidad.

Y a esa empresa innombrable simplemente decirle: "que le vaya bien".


Esta canción está dirigida a todas esas personas que han perdido su trabajo el 4 de mayo: