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jueves, 19 de abril de 2018

El último post: “Mi árbol de la vida”

Eduardo Beltrán García de Leaniz / Madrid


En esta vida llegan momentos en los que tienes que poner fin a determinadas cosas, y dar prioridad a otras,... y es por eso que he decidido cerrar definitivamente este blog, mi blog, que inició su andadura hace ya ocho años, ¡quién lo diría! He tenido muchos seguidores por todo los rincones del mundo, las estadísticas me lo han confirmado siempre, pero últimamente se ha convertido en un blog triste,... y no quiero continuar por este camino. 

Quería dar encarecidamente las gracias a todos los seguidores, y sobre todo a los que me habéis escritos comentarios, que son la esencia y el objetivo de cualquier blog. En un mundo en el que prima el egoísmo, la diversión, la juerga, la vulgaridad, ... no hay cabida para la cultura, el arte, la pintura, el medio ambiente o la vida misma, que han sido siempre los temas constantes de los post de mi blog. El mal gusto, lo grosero, el cotilleo y la chabacaneria es lo que se impone hoy día, además del menosprecio a la cultura y al arte.

Pero no quiero poner punto y final a esta trayectoria bloguera sin escribir algo bonito, sobre un tema muy especial. Quiero haceros llegar un post lleno de vida y esperanza, basado en la nueva obra que estoy ejecutando al óleo sobre madera: “Mi árbol de la vida”.

A lo largo de la Historia del Arte, se han ejecutado infinidad de ideas y proyectos sobre el mítico árbol de la vida, entre los que destacaría "El árbol de la vida", de Gustav Klimt. También todas las religiones y culturas del mundo lo han venerado, comenzando por aquel árbol de la vida del que habla la Biblia con Adan y Eva (que no es el de las manzanas),... y destacar sobre todo la estrecha relación de la cultura celta con la naturaleza y los árboles.

Decir que toda la simbología arbórea está íntimamente relacionada con nuestra existencia, con la vida en este planeta y los seres que lo habitamos. Simbolizan la vida misma.

Solamente mencionar, como ejemplo, a una comunidad, entre las pocas que hoy en día se dedican a  proteger los árboles y la vida silvestre, me refiero a los Bishnois, un grupo religioso que se encuentra en el oeste del desierto de Thar en la India. Para ellos dañar el medio ambiente significa hacerse daño a sí mismo. Sabia filosofía, de la que deberíamos aprender antes de que prosiga esta debacle destructiva. Es necesario amar y conocer la Naturaleza para poder protegerla.

En mi personal visión pictórica de este árbol de la vida he querido reflejar y remarcar bien  las características más relevantes de los árboles: sus ramas, elevándose siempre hacia el cielo sobre el que descansan; su tronco, fuente inagotable de energía; y sus raíces, penetrando en lo más profundo de la tierra, retorciéndose y haciendo tirabuzones de alegría al permanecer siempre en contacto con sus congéneres, dándose ayuda mutua y transmitiendose información constante a través del micelo que les permite multiplicar sus raíces para mantenerlos sanos y con vida.

Es la vida secreta de los árboles. El alma de los árboles. Sumamente interesante para quien quiera introducirse y conocer este mundo natural.

Y en mi árbol no he querido que falte un nido entre sus ramas, emblema de la protección que brindan a los animales del bosque, ni mi simbología (bastante celta) de esferas suspendidas de las ramas con un hilo apenas visible (¡cuántos años sin pintarlas!), ni su asociación y cooperación amistosa con los hongos, ni el verdor sin igual del musgo mágico que recorre sus estructuras externas,...

Me baso en una sequoia, el árbol más grande que existe sobre la tierra, aunque podía haber pintado un roble, una encina o un olivo... todos ellos son objeto de veneración.

Cuando termine esta obra se habrá completado un ciclo.

"El día que ya no queden suficientes bosques, el cielo caerá sobre nosotros"
Tradición tribu Kamayura, Alto Xingú, Amazonas
(2.000 años a.C.)



Bocetando