Nunca deja de sorprender a propios y extraños la repentina visión de unos extraños personajes barbados vestidos de cuero y albarcas, tocados con unos sombreros sembrados de plumas de buitre, y que portan las llamadas "zambombas", las cuales consisten en un bastón del que pende una especie de tralla acabada en un saco de lana prensada con el que aporrean a cualquiera que se acerque a su comitiva. Me refiero a los "Zarrones" de Almazán. Acontecimiento que tiene lugar durante las Fiestas de San Pascual Bailón (un santo del siglo XVI, que antes que fraile franciscano fue pastor) que se celebran los días 17 y 18 de mayo, y cuya Cofradía fue creada en 1816 en Almazán por pastores y ganaderos.
Todo un ritual de origen pastoril, cuyos orígenes parecen incluso entroncar con las propias fiestas lupercales romanas, en donde los "Lupercos" salían por la ciudad azotando con unas cintas de cuero a todo el que se encontraba a su paso, identificándose con un acto de purificación. Aunque existen varias interpretaciones etnológicas para la figura del Zarrón, particularmente me quedo con la que hace referencia a su función benefactora de defensor de rebaños y pastores en sociedades ganaderas primitivas, derivando, con el paso del tiempo, a esa figura entrañable que hoy conocemos.
Son fiestas en las que el folclore adquiere un gran protagonismo. Durante la procesión del santo, doce parejas de danzantes (antiguamente eran sólo hombres) vestidos con los trajes típicos de la Ribera del Duero bailan con un movimiento lateral durante todo el trayecto al son de la "Danza del Tío Zarrón", cambiando de castañuelas a palitroques varias veces. Estas danzas de paloteo tienen, sin duda, muchas connotaciones ancestrales, siempre emparentadas con ritos paganos, no sólo en España, sino también en otros muchos países europeos.
En el caso de Almazán, las danzas de paloteo son realmente una auténtica belleza plástica en su ejecución, quedando plenamente de manifiesto la perfecta armonía de los danzantes en unos simples movimientos laterales, siguiendo fielmente el ritmo que marca el "palillero" con una especie de castañuela de madera enorme, y al son de dulzainas y tamboriles.
En todo el recorrido, los zarrones van protegiendo el cortejo, repartiendo zambombazos a diestro y siniestro a todo aquél osado que se atreve a acercarse, sobre una lluvia de caramelos que es lanzada constantemente para que los asistentes más atrevidos demuestren su destreza en esquivar las zambombas zarroneras.
De todas formas, por mucho que quiera explicarlo, es bastante difícil hacerse una idea real de lo que es esta celebración. La única manera es verla in situ. Puedo asegurar que a nadie dejará indiferente.
Conservar las tradiciones más antiguas de nuestros pueblos y villas, mantener viva la cultura ancestral de estas tierras castellanas, rescatando del olvido costumbres del pasado, es algo que enriquece nuestras vidas y nos da una seña de identidad frente a una sociedad cada vez mas carente de valores culturales y referentes históricos.
En definitiva, una fiesta sumamente interesante que hunde sus raíces en la noche de los tiempos, poseedora de una fuerte carga de simbolismo y ritual, y que además tiene un enorme arraigo popular. Una fiesta que debería ser declarada de Interés Turístico Nacional.
"Tío Zarrón, Tío Maragón, las sopas de leche que ricas que son".
Estos son unos vídeos que tomé el pasado 18 de mayo, donde se puede apreciar las danzas de paloteo y castañuelas: