Translate

miércoles, 19 de marzo de 2014

Buscando la perfección: la pintura de género holandesa

Eduardo Beltrán y García de Leániz / Madrid



Conectando con mi anterior artículo  Interpretando el Arte: Altamira, y saltándome obviamente unos cuantos miles de años, he querido dar protagonismo a la que a mi me parece una de las rupturas más significativas en la forma de entender el arte. Me estoy refiriendo a la aparición en escena de la pintura que va a hacer de la representación de la vida cotidiana su seña de identidad, la pintura holandesa de género de  mediados del siglo XVII. 

Su llegada supuso un cambio muy importante en el mundo pictórico. Hasta entonces, las escenas sagradas o religiosas, ocupaban todo el universo de la pintura, junto a la temática mitológica y el retrato. Estos pintores holandeses descubrieron que podían llevar la belleza a todos los ámbitos de la vida.

No es extraño que este tipo de pintura surgiera en un país como Holanda, un territorio que facilitaba el intercambio de ideas, enriquecido por el comercio, y con valores morales calvinistas, tolerante, donde surgiría una próspera clase burguesa de comerciantes ávidos de decorar sus casas con los cuadros de pequeño formato de los innumerables pintores que abundaban en sus ciudades, un privilegio comprar pinturas hasta entonces sólo reservado a los reyes, a la iglesia y a la nobleza. 

Son principalmente pintores de interiores, en los que aparecen escenas domésticas de sus moradores, realizando tareas habituales en una casa, como coser, preparar la comida, pelar frutas o verduras, leer o escribir una carta, labores de limpieza, asearse, tocar un instrumento musical,... Los personajes representados se identifican plenamente con la vida normal de cualquier ciudadano corriente. Y la mujer adquiere un gran protagonismo, siendo identificada a menudo con la encarnación de la virtud.

También las relaciones amorosas conforman una parte importante en esta pintura.  Las innumerables escenas que muestran a hombres y mujeres en diversas circunstancias revelan  la complicidad de sus personajes. La minuciosidad y el detalle de las personas y objetos representados se lleva a la máxima expresión. 

Los pintores de género pintaban lo que veían a su alrededor, la vida real y común de la gente de sus ciudades, tal y como eran verdaderamente, era su ideal de pintura. Las personas comparten protagonismo con el espacio representado, en donde la perfección geométrica es admirable. Transformaron la forma de pintar. La simple escena de una mujer vertiendo leche en un recipiente se convierte en una obra impresionante llena de magnetismo y serenidad.

Es importante remarcar, pues constituye una de las características principales de esta pintura, que una gran parte de estas obras esconden mensajes moralistas, no eran solo una mera representación de objetos de la vida cotidiana. El simbolismo y la alegoría de tantos elementos presentes en los cuadros nos permiten captar a veces el sentido que los pintores quisieron transmitir a sus cuadros, pues no sólo la estética era lo más importante para ellos. Aunque la presencia de mensajes alegóricos es constante, no es menos cierto que su interpretación puede ofrecer diferentes lecturas.

Mencionar que uno de los más grandes representantes de este género,  Johannes Vermeer, le interesaba por encima de todo el mundo de la pintura,  imprimiendo a sus obras el valor pictórico en si, consiguiendo una perfección realista incomparable. La precisión y la intensidad de su pintura, junto a la maravillosa distribución de luces y sombras  hacen se este maestro uno de los precursores de la pintura moderna.

Entre esa magnifica pléyade de artistas, aparte de Vermeer, citaría a Gerard Ter Borch, Pieter de Hooch, Gerard DouGabriel Metsu y Jan Steen, maestros todos en la búsqueda de la perfección, y artífices de que los ámbitos cotidianos de la vida se convirtieran en obras maestras.






Johannes Vermeer



Pieter de Hooch



Johannes Vermeer



Gerard Ter Borch



Gabriel Metsu





5 comentarios:

  1. Hola, soy Cristina. Por fin soy la primera en algo!. Como dice "Mario Vaquerizo" en una canción ME ENCANTA. Hay un cuadro muy famoso llamado La Joven de la Perla, que tiene una libro escrito por Tracy Chevalier, en la cual la escritora imagina y relata las circunstancias en las que se pinto este cuadro. También hay una película llamada igual del año 2003, protagonizada por Scarlett Johansson.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jaja... eres fantástica Cristina. En cuanto al libro "La joven de la perla" lo leí hace tiempo y me gustó mucho. Tracy Chevalier hace un auténtico despliegue de lo que era la vida cotidiana en la Holanda del siglo XVII, y es una forma magnífica de conocer como era la vida de uno de estos pintores de género, en este caso Johannes Vermeer.
      También conozco la película, aunque me gustó menos.

      Eliminar
  2. Hola soy Cristina. El otro día dieron una buena noticia en el telediario (que raro en ell@s), que iban a hacer una película basándose en los cuadros de van Gogh

    ResponderEliminar
  3. La verdad que supuso la entrada de un soplo de aire fresco en el mundo del arte. Muy bien expresado, Eduardo.

    Javier

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Javier. Plasmar la vida cotidiana fue un gran cambio para el mundo de la pintura, pues se hizo más humana.

      Eliminar