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lunes, 30 de junio de 2014

Twist of fate

Eduardo Beltrán y García de Leániz / Madrid


Cuando empiezo un nuevo cuadro, nunca se como va a ser el resultado final. La idea concebida en un principio se va transformando a medida que voy avanzando en su ejecución. Así, el boceto inicial se convierte en una especie de ensayo creativo, cambiante día a día, haciendo que el desasosiego se instale en mi vida.

Es el caso de uno de mis últimos trabajos, "Twist of fate". Un viejo árbol es el protagonista.

Cuando encontré este viejo tronco solitario en una pronunciada ladera de un claro del bosque el pasado mes de octubre, con la única compañía de piedras, líquenes y briznas de hierba,  bocetos de su figura empezaron a llenar las páginas de mi cuaderno. Llamaba poderosamente mi atención su soledad, pues se había quedado aislado del resto de hayas, las cuales amarilleaban abigarradas al fondo, en la lejanía.

Era otoño, y sus colores señoreaban su torso con ramas jóvenes cuajadas de hojas, dando fiel testimonio de su resistencia. Los tonos amarillos y rojizos lanzaban infinidad de matices, potenciados por la magnífica luz de un temprano atardecer.

Ni los años, ni las inclemencias del tiempo han podido con él. Se yergue orgulloso, osado, como desafiando al destino y a lo efímero. Testigo fiel de tiempos gloriosos, de su piel agrietada y llena de arrugas brota cada primavera una savia nueva que le devuelve algo de su esplendor de antaño. Las caprichosas formas de las que hace gala, y sus cicatrices, atestiguan una vida intensa.

Un aspecto majestuoso parece también insinuarse al contemplar el verde brillante del manto de musgo que lo cubre, a pesar de estar alejado de la umbría y de la humedad del bosque interior. Es como un viejo guerrero que se resiste a desaparecer.

Ha sido un auténtico honor dibujar su contorno atormentado por los años y plasmarlo en una de mis obras, dándole protagonismo absoluto. He tratado de reflejar los matices que más resaltan en su fisonomía, aunque todo en él es simbólico y característico. Nada es superficial. Es un superviviente.

El próximo otoño volveré al hayedo, y seguro que seguirá allí, imponente, como la primera vez que lo descubrí, vistiendo de nuevo sus colores otoñales. Lo contemplaré en silencio, sentado en alguna de esas enormes piedras que lo rodean, y comprobaré que mi obra "Twist of fate" lleva al menos una parte de él. Su imagen recorrerá el mundo. No volverá a estar solo.



Twist of fate
Óleo sobre lienzo
2014

7 comentarios:

  1. Una preciosa pintura, Eduardo, cargada de sentimiento y significado, que se podría llevar a nuestra vida misma. ¡Y una magnífica puesta en escena! Sigue por este camino.
    Javier.

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    1. Gracias por tus amables palabras. La verdad que la naturaleza puede ser un fiel reflejo de nuestras vidas.

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  2. Que forma más bonita de describir un tronco. Me encanta este cuadro, sobre todo el colorido, aunque me gusta toda tu pintura. Besos.
    Ana

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    1. Ya sabes que los árboles han ocupado una buena parte de mi pintura, y ese tronco solitario no podía ser menos. Es un gigante de la supervivencia. Gracias por contempla mi pintura.

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  3. Eres un artista escribiendo y pintando!
    Inma

    Facebock

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  4. Hola soy Cristina, la dueña de Mia. Como todos tus artículos y pinturas fantástico.
    He entrado hoy otra vez en tu página de la galería y mis progresos en inglés son poco a poco, porque he entendido el texto,solamente leyendo una vez.

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