Traspasar las puertas de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid, perderte en sus interminables pasillos que me recuerdan a una típica escuela de arte neoyorquina, toparte en cada rincón de sus inmensas instalaciones con un impresionante legado de obras artísticas, fue como sumirme en un plácido sueño.
Recordar que esta facultad proviene históricamente de la Escuela de Arte que pertenecía a la Real Academia de Nobles Artes de San Fernando, fundada en 1752 por el rey Fernando VI. De ahí, la cantidad de obras artísticas que se encuentran en sus instalaciones, muchas provenientes de pintores y escultores españoles que viajaron al extranjero en el siglo XIX pensionados por el Estado, y de las que los estudiantes pueden tener un valioso ejemplo.
Fue un autentico placer explorar sus salas, acompañado de mi amiga Marta, que fue mi cicerone, y que es Doctora en Bellas Artes, además de profesora, restauradora y Coordinadora del Máster Universitario en Conversación del Patrimonio Cultural, entre otras disciplinas. De su mano experta fui descubriendo paso a paso la esencia propia de este templo de enseñanza hecho a la medida para la creación de arte y cultura. Arte y cultura, los dos valores esenciales que hacen grandes a los países.
En el Taller de Restauración conocí los detalles propios de cómo se lleva a cabo la restauración de una magnífica pintura sobre tabla de hace varios siglos. Me metí de lleno en el fascinante mundo de la pintura mural, de los talleres de modelado, de escultura, de grabado, de pintura,... y al mismo tiempo me sentía desbordado por los innumerables graffitis que pueblan todos los lugares de la facultad, hasta en los sitios más insólitos.
Como pintor autodidacta que soy, fue todo un descubrimiento. Si bien es verdad que la verdadera creatividad pictórica surge de la fuerza interna que emana del propio pintor, los alumnos que siguen unos estudios de arte están sentando las bases para una futura proyección en este difícil mundo, aunque me gustaría poner de manifiesto que una inquietud indagadora tiene que estar siempre presente en la vida de un artista desde sus más tempranos inicios.
Terminaré comentando la atrayente y especial atmósfera que inunda esta facultad y que te envuelve desde el mismo momento que entras en ella, haciéndote participe de la desbordante historia creativa que encierran sus muros.
Muchas gracias Marta.
Hola soy Cristina, dueña de Mia. Es un placer leer tus comentarios, me hace olvidar por un rato mis problemas.
ResponderEliminarHola,Cristina, siempre es un placer leer tus comentarios. Me alegro mucho de que te puedas evadir de tus problemas con ellos!
EliminarParece que te ha encantado el lugar, seguro que estarías como pez en el agua! De tu articulo se deduce como un artista puede estar feliz rodeado de arte por todos los lados.
ResponderEliminarJavier
La verdad que sí, Javier, entrar en la facultad y toparte de lleno con una buenísima reproducción a escala de la Victoria de Samotracia supone un buen comienzo. Después, sumergirte en el entramado de las instalaciones y visitar sus atrayentes talleres fue una verdadera delicia. Te empapas de arte por todos los costados! Gracias por tu comentario.
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