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martes, 6 de septiembre de 2011

Teotihuacán versus Roma. Naturaleza e Ideal

Eduardo Beltrán y García de Leániz / Madrid

Puede parecer un título ciertamente insólito o extravagante, ¿cómo es posible relacionar una exposición de arte precolombino con otra de pintura italiana del siglo XVII? La verdad parece una temeridad.

La razón se encuentra en la proximidad de ambas exposiciones en el tiempo (fecha) y el espacio (lugar), lo que me ha permitido visitarlas el mismo día de una forma tranquila, algo realmente inusual en una urbe como Madrid.

Aunque, pensándolo mejor, en un mundo complejo como el del arte tampoco sería algo tan desacertado establecer similitudes ante expresiones tan dispares como estas. La gran diversidad de brillantes colores de las pinturas murales de los edificios y templos teotihuacanos  en su época de esplendor expresando diversos aspectos de la vida, podrían tener un cierto paralelismo con el uso de los colores en la pintura paisajista italiana del XVII.

Quedé totalmente fascinado por la Exposición "Teotihuacán, Ciudad de los Dioses" en CaixaForum. Tengo que admitir que soy un eterno enamorado de las culturas precolombinas, sobre todo las del Valle de México y las andinas peruanas. Siento debilidad por Iberoamérica.

La historia y el origen de los fundadores de Teotihuacán sigue siendo un misterio al igual que su abandono después del siglo VII d.C. Los investigadores barajan muchas hipótesis acerca de la desaparición de una ciudad que llegó a tener más de 150.000 habitantes, siendo una de las más creíbles  la sobrepoblación y el agotamiento de los recursos naturales, lo que llevaría a guerras y saqueos, quedando huellas de su destrucción  por la acción de grandes incendios.

La colección de piezas que forman la exposición son extraordinarias, provenientes de los mejores museos de Méjico. Son realmente increíbles. Es de destacar un fragmento arquitectónico en forma de  disco que representa a la muerte con un cráneo humano en el centro que se refiere a la muerte del Sol, que tiene lugar cada día al llegar el ocaso para renacer por la mañana.

Y una pieza muy sugerente en lo que a mi concierne es una paleta de pintor, que muestra los compartimentos para los colores que usaban los pintores teotihuacanos con los que decoraban las vasijas, códices y murales, para rendir homenaje a sus dioses.

También me llamaron poderosamente la atención los braseros ceremoniales de arcilla con esas tapas profusamente decoradas y escenificadas con multitud de detalles cargados de gran simbolismo. Igualmente la colección de máscaras, quizá las piezas más conocidas de la escultura teotihuacana, muchas de ellas rituales que fueron utilizadas en fiestas y ceremonias religiosas.

Hay un conjunto de figurillas antropomorfas muy interesante que representan bebés con sus madres y mujeres con tocados muy originales. Y finalizaré distinguiendo la imagen de Xalla, el cautivo de mármol de Teotihuacán, una espectacular figura masculina de simetría bilateral que pertenece al grupo de esculturas que se colocaban en el interior de los templos o se enterraban en las grandes pirámides, con rasgos muy significativos entre los que despunta la incómoda posición de los brazos, pegados a los costados.

Por lo que respecta a la exposición del Prado, un detalle que despertó mi interés es que la mayoría de los artistas de la exhibición no eran de origen romano o italiano, sino que procedían de varios países europeos y que sintieron una atracción perturbadora por la belleza de Roma y sus alrededores, creando un estilo propio que dio origen al género del paisaje en Roma.

Es una pintura donde armonía y serenidad ocupan un lugar primordial, la naturaleza es el centro de atención, enmarcando a unos personajes que a veces parecen superpuestos sobre el paisaje. 

Son de destacar las sucesivas composiciones arbóreas, impresionantes en sus múltiples tonalidades y efectos de luz, producto de diestras pinceladas cargadas de pigmento y que abarcan desde los primeros rayos matinales hasta la serena luz matizada del atardecer.

Y sin tener el más mínimo asomo de crítica hacía este género, quisiera puntualizar que en algún momento me resulta difícil encajar a los múltiples personajes dentro de los paisajes, me da una idea como si estuvieran añadidos encima de la pintura con esa explosión de colores brillantes y su detallado contorno que delatan una perfectisima expresión de cara y movimiento.

Quisiera señalar asimismo dos maravillosas pinturas de Cornelis van Poelenburg, tituladas "Vista de Campo Vaccino" y "Ruinas romanas y bajorrelieve"  donde el entorno paisajístico  y los personajes se envuelven en una atmósfera perfecta de armonía de luz y color que transmite serenidad y orden.

Me encantaron también, dos pinturas de Salvator Rosa: "Paisaje con un puente roto" y "Paisaje lacustre con ganado".

Y distinguir, como no, las obras de Claudio de Lorena, posiblemente el paisajista de más talento del siglo XVII, con esa sucesión de planos que recuerda los decorados teatrales, en los que la utilización de la luz de una forma directa y natural ocupa el centro de todas sus pinturas.

En definitiva, dos buenas muestras de la oferta cultural de la Villa que no hay que perderse. Impregnarse tanto de arqueología mesoamericana como de arte romano es una buena forma de enriquecer nuestra sensibilidad artística.



Sequía
1988


1 comentario:

  1. Por suerte, asistí a las dos exposiciones, y quedé maravillado de ambas. También he tenido la fortuna de conocer los dos países objeto de estas obras de arte, tanto México como Italia y descubrir su maravillosa Cultura. Definitivamente muy recomendable su visita para los amantes del conocimiento y el saber.

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