Dicen que los gatos no tienen lágrimas, excepto en alguna ocasión cuando están enfermos. Puedo dar fe de que esto no es cierto. Últimamente, cada vez que me voy el fin de semana fuera de Madrid, Nuca no lo soporta, y antes de cerrar la puerta de casa, a esta increíble criatura se le empiezan a asomar ese liquido divino que sólo ella es capaz de derramar por mi ausencia.
Puede que sea algo insólito, pero la verdad, es algo tan conmovedor que a veces resulta doloroso separarme de ella. Nuca me está demostrando que mi ausencia le importa mucho, aunque solamente sean tres o cuatro días sin verme. No puede soportar que tantos momentos junta a ella se paralicen constantemente en su vida. El tiempo que le dedico no es suficiente, ella necesita mi compañía diaria, mis juegos continuos con ella, los mimos que le ofrezco, y en esos momentos en que ella está dormitando, sabe que yo estoy cerca, velando por su bienestar, y sueña feliz y segura.
Ahora que estoy pintando nuevos cuadros, suele venir cerca de mi caballete, y como sabe que estoy ocupado, se suele tumbar en una silla cercana a la mía, observando primero el trasiego de los pinceles y las pinturas, para entregarse poco a poco en los brazos de Morfeo, sabedora ella que su compañero está atareado intentando crear obras de arte, pero siempre con sus orejitas atentas a cualquier movimiento extraño que yo pueda hacer. Los gatos nunca duermen como nosotros entendemos el sueño, aunque con los ojos cerrados, están siempre atentos a todo lo que ocurre a su alrededor.
Nuca sabe que soy su salvador, se ha portado siempre con nobleza y agradecimiento, es sabedora del profundo amor que le dedico, y me lo devuelve infinitamente acrecentado. Su fino olfato felino le dice que entre mis brazos ella puede dormir tranquila y contenta, y que en un rato me entregaré a sus juegos y mimoseos constantes que tanto le gustan.
Tiene que compartir el espacio con otros dos congéneres de su especie, pero esto nunca ha supuesto un impedimento para ella, más al contrario, trata de mediar entre ellos para que haya paz. Nuca es un felino inteligente y tranquilo que lo único que desea es que mi presencia lo inunde todo. Todo su mundo gira alrededor de mi. Por eso no entiende mis continuas ausencias.
Sabe que mi ojito derecho es Boira, pero no es envidiosa, ni egoísta. Entiende perfectamente que Boira es especial, pues la crié a biberón desde que tenía cinco días, y está siempre pegada a mí, marcando territorio, pues Boira me considera de su propiedad, y no admite intrusiones en este sentimiento intenso. También está Horus, el travieso de la casa, que tampoco puede vivir sin mis atenciones. Pero, al final, los tres forman una especie de simbiosis perfecta de caracteres diferentes que dan vida y felicidad al espacio que compartimos.
Ellos saben que son privilegiados, son gatos muy inteligentes y civilizados, de los que muchos humanos debían tomar ejemplo. Aún así, siempre conservan ese instinto innato de cualquier felino que se precie, es decir, su indomable carácter que los hace inigualablemente enigmáticos. Ellos me dan mucho más de lo que yo les doy a ellos.
Nuca es una gata amable, cariñosa, atenta, y aunque un poco gordita, es una auténtica belleza. Nada en ella es sinónimo de ingratitud, incluso cuando ha tenido que visitar al veterinario se comporta como una autentica profesional de la dulzura. A todo el mundo deja encandilado. Por eso, cuando la veo llorar al marcharme, algo en mi corazón se marchita, para volver a florecer cuando, a mi vuelta, al abrir la puerta de casa viene corriendo a recibirme "desmayándose" a mi paso.
Este es un pequeño homenaje a esta preciosidad, pero que extiendo a todos esos gatos que comparten la vida de tantos millones de personas en el mundo, y muy especialmente todos esos gatos, que sin hogar, siguen alegrando nuestras vidas. Tener un gato en casa alarga la vida de las personas. Y esto es una realidad.
Nuca