Descubrir el intrincado mundo de esos colosos retorciéndose por el dolor y la agonía de sus tormentos, expresando un sufrimiento más allá de lo humano, nos trasporta a una época en donde los mensajes de la pintura se convertían en una auténtica maquinaria de propaganda al servicio del poder. Me estoy refiriendo a la magnífica exposición que se puede contemplar estos días en el Museo Nacional del Prado titulada "Las Furias. De Tiziano a Ribera".
Los personajes protagonistas vienen directamente del mundo mitológico clásico, más concretamente del inframundo griego donde habían sido condenados por haber desafiado a los dioses del Olimpo. Están representados por Ticio, cuyo hígado devoraba eternamente un buitre por intentar violar a la amante de Zeus; Tántalo, condenado a no conseguir alimento alguno por haber ofrecido a su hijo como banquete para los dioses; Sísifo, castigado a llevar una enorme piedra cuesta arriba, y cuando llegaba a la cima la piedra volvía a rodar otra vez hacía abajo, por haber delatado las infidelidades de Zeus, e Ixión, que por querer seducir a Hera fue atado a una rueda que daba vueltas sin parar. Estas son la cuatro Furias, tal como se conocieron es España.
Su aparición en pleno siglo XVI como conjunto artístico, se debe al encargo que hizo María de Hungría a Tiziano en 1548, y representarían a los príncipes alemanes que se habían alzado contra su hermano el emperador Carlos V de Alemania y I de España, y que fueron derrotados por éste en la batalla de Mühlberg.
Además de ser una alegoría política, algo totalmente novedoso hasta entonces, las obras constituyen un verdadero desafío artístico para los pintores que a partir de ahora plasmarán esta temática en sus obras, sobre todo por sus dimensiones descomunales, como asimismo por pintar esas enormes figuras desnudas en complicadas posiciones expresivas, con todos los músculos en tensión, constituyendo la manifestación más extrema del dolor. Los pintores trataban de transmitir una evidente estética del horror.
La plasmación de los colosos en un primer plano, iluminados fuertemente en un fondo oscuro, junto con las grandes dimensiones de los cuadros, contribuyen a crear una atmósfera terrorífica que abruma al espectador, y lo transporta al aterrador mundo del dolor difundido por los personajes.
La muestra recoge obras de grandes pintores de los siglos XVI y XVII, entre ellos Miguel Angel, Tiziano, Pedro Pablo Rubens, José de Ribera, Luca Giordano, Cornelisz van Haarlem, Cornelis Cort, Giovanni B. Gangetti, entre otros, y es una gran oportunidad de poder contemplar a través de la pintura una forma de entender el mundo en esos momentos tan convulsos de la historia de Europa.
Pedro Pablo Rubens y Frans Snyders
José de Ribera
Tiziano