Eduardo Beltrán y García de Leániz / Madrid
Si hay algo de lo que podamos sentirnos orgullosos los sorianos es de tener un pasado cargado de historia, una historia apasionante y cautivadora que nos ha dado el carácter del que ahora hacemos gala, y ha impreso en nuestra memoria una verdadera carga emocional, de la cual debemos ser dignos herederos.
Pobladores de las tierras del Alto Duero, pertenecientes a la Meseta Castellana y al Sistema Ibérico, los sorianos somos testigos directos de esa encrucijada de caminos esencialmente estratégicos que ha sido nuestra geografía, bordeada de fronteras por todos sus lados. Con la invasión árabe de la península, Soria se convirtió en una zona de transición, un territorio de frontera, toda la línea del río Duero soriano fue el escenario de encarnizadas batallas de los cristianos contra los moros para recuperar el territorio invadido por estos. A partir del siglo X, y hasta el siglo XII, Soria fue en cierta manera "tierra de nadie". Es entonces cuando se inició un tímido proceso de repoblación, con la llegada de colonos castellanos, navarros, aragoneses, ...
Todo esto nos ha caracterizado a lo largo de los siglos por tener una idiosincrasia muy marcada, fruto de los avatares de esa convulsa historia peninsular, que unidos a la altitud (Pico de Urbión 2.229 m.), un clima extremo y frío, y la dureza de estos parajes nos ha dado una gran capacidad de resistencia y aguante. La sobriedad es una de nuestras señas de identidad.
Así, las necesidades de defensa propias de ese escenario favorecieron la construcción de innumerables castillos, fortalezas amuralladas, casas fuertes, torres y atalayas de vigilancia que están sembradas por todo el territorio soriano, lo que hace que sea sumamente atractivo su descubrimiento y visita obligada. Su pertenencia a Castilla, Castella o Castiella, "tierra de castillos", hace que la provincia soriana sienta como propia esa denominación. Se puede hablar de más de 200 edificaciones de este tipo en una provincia que tiene 271 kilómetros cuadrados.
Por lo que respecta a los castillos, fortificaciones situadas en enclaves privilegiados con misión de proteger un territorio, en estas tierras de Soria podemos presumir de tener el castillo más grande de toda Europa, la fortaleza de Gormaz, situada en un cerro desde el que se divisan muchos kilómetros de campos castellanos, con un perímetro amurallado de 1200 metros, 446 metros de largo y 60 metros de ancho, con lienzos de 10 metros de altura y 28 torres, cuyos muros evocan nombres legendarios como El Cid o Almanzor. Otros castillos bien conservados serían los de Berlanga de Duero, Almenar, Magaña, Caracena,... los cuales son fiel testimonio de un pasado memorable.
Haciendo un paréntesis, me gustaría poner de relieve que muchas de estas construcciones se levantaron sobre antiguos asentamientos celtas y romanos, por lo que es normal encontrar mezclas de estilos en ellas.
Aunque debido a la antigüedad y al mal estado de conservación, la mayoría de estas construcciones son ruinas, pero en ellas se puede soñar con tiempos gloriosos. Entre ellos destacaría los castillos de San Esteban de Gormaz, Ucero, Osma, Vozmediano, Agreda, San Pedro Manrique, Yanguas, Langa de Duero, Peñalcazar, Ciria, Castillejo de Robledo, Hinojosa de la Sierra, Arcos de Jalón, La Raya, Serón de Nágima, Somaén, Moñux, San Pedro Manrique,...Mención aparte estaría el castillo de Soria, uno de los mejores de España en el siglo XII, pero que, ante la inminente llegada de las hordas francesas de Napoleón (¡como no!) en 1812, el general Durán mandó derribar, para evitar que los franceses se atrincheraran allí, al igual que pasó con las murallas del castillo de Almazán. Hoy sólo son ruinas.
Por mi parte, quisiera destacar la fortificación de Calatañazor, donde "Almanzor perdió su tambor", con la romántica efigie ruinosa de su castillo que despierta una nostalgia cautivadora por los viejos tiempos. Desde allí se divisa el Valle de la Sangre, donde la historia localiza la legendaria derrota de Almanzor en 1002.
En cuanto a las villas y fortalezas amuralladas, también hay una buena muestra en Soria. Además de la capital, que tuvo más de 4 kilómetros de murallas, destacaría las de Almazán, Medinaceli, Ágreda, Monteagudo de las Vicarías, Rello, Cabrejas del Pinar, Deza,... entre otras. Me detendré en Medinaceli por su situación fronteriza divisoria y en Almazán por razones obvias.
Medinaceli, la antigua Occilis celtibérica, la Madinat Salem árabe, situada en un cerro estratégico inexpugnable. Sus murallas árabes fueron construidas reutilizando las antiguas murallas romanas que allí había. Hay algún tramo que se conserva medianamente bien, pero en general están en ruinas. A partir del siglo X empieza su esplendor, se construye la alcazaba de la que sólo queda las caballerizas árabes subterráneas. El castillo se construyó sobre la primitiva alcazaba con torreones circulares y una torre del homenaje rectangular. Goza de unas vistas inigualables.
Almazán, "La Fortificada", tuvo una gran importancia a partir del siglo XII, debido a estar en la línea fronteriza entre los reinos de Castilla y de Aragón, siendo objeto de disputa durante varios siglos entre ambos reinos. Su castillo se ubicaba en el cerro de El Cinto, aunque hoy en día sólo quedan algunos vestigios ruinosos. Pero, en cambio, sí podemos admirar varios lienzos de murallas, tanto de factura árabe como cristiana, de hasta diez metros de altura, y que están bastante bien conservados. El fuerte declive del terreno hizo de este enclave una gran fortaleza defensiva, franqueada por siete puertas, de las que se han conservado en perfecto estado tres: la del Mercado o de Berlanga, la de Herreros y la de la Villa; también hay dos postigos: el de Santa María y el de San Miguel. Todo ello nos da una idea de la gran importancia de esta plaza.
Torres y atalayas se encuentran por doquier en toda la provincia. Hay que diferenciar estas fortificaciones debido al uso que ambas tenían. Las torres o torreones tenían como finalidad alertar de posibles peligros y dar cobijo a la población, ademas estaban preparadas para soportar un asedio. Por lo general son torres rectangulares bastante altas. Las atalayas solían ser estructuras aisladas, de uso militar, situadas en lugares altos, y cuya misión era de mera vigilancia, alertando a los castillos próximos de posibles ataques enemigos.
Entre las primeras destacaría la torre de Noviercas, en perfecto estado de conservación, es una torre bereber del siglo X. Entre otras: torre de la Pira, del Castillo, de Trébago, de Torretartajo, Villanueva de Zamajón, de Montenegro de Ágreda, Aldealpozo,... Por lo que respecta a las atalayas, hay que notar que una gran cantidad en la zona de Medinaceli, Alcubillas de las Peñas, la de Almadeque,.. Destacar las atalayas de Paones, Abejar, la Riba de Escalote, Liceras, Montejo de Tiermes, Navapalos y muchas más.
Soria, tierra de frontera, tierra de castillos, tierra de leyendas,... un lugar único fascinante, lleno de encantos, donde dejar volar nuestra imaginación es un bálsamo y una aventura inolvidable.
Rollo de las Monjas. Almazán
Óleo sobre lienzo
1985